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¿Qué es slow travel? Menos checklists, más conexión con cada destino

  • Foto del escritor: Juan Carlos Bondi
    Juan Carlos Bondi
  • hace 2 días
  • 7 Min. de lectura

¿Estás cansado de volver de tus vacaciones más agotado que cuando te fuiste? Esta forma diferente de viajar puede ser la respuesta que estabas buscando. En un mundo donde todo sucede a gran velocidad, esta tendencia nos invita a bajar varios cambios cuando viajamos, a disfrutar cada momento sin la presión de ver absolutamente todo y a conectar de verdad con los lugares que visitamos.

El slow travel se está convirtiendo en una de las formas preferidas de viajar para quienes buscan experiencias más genuinas y menos estresantes. Te contamos todo lo que necesitás saber sobre esta filosofía de viaje que está cambiando la manera en que recorremos el mundo. Viajá con Flybondi y comenzá a experimentar el placer de viajar sin prisa.

¿Qué es el slow travel y por qué todos están hablando de esto?

El slow travel es mucho más que una simple tendencia: es una filosofía de viaje que propone disfrutar de cada destino a un ritmo pausado, sin agendas sobrecargadas ni la presión de cumplir con todas las atracciones turísticas. Este movimiento nació como una respuesta al turismo masivo y acelerado, donde muchos viajeros intentan ver la mayor cantidad de lugares en el menor tiempo posible, sacando fotos rápidamente sin realmente experimentar lo que cada sitio tiene para ofrecer.

A diferencia del turismo tradicional, el slow travel invita a quedarse más tiempo en un mismo lugar, a caminar sin rumbo por las calles menos transitadas, a charlar con la gente local y a permitirse momentos de contemplación. Esta forma de viajar está ganando cada vez más adeptos porque nos reconecta con la esencia misma de viajar: descubrir nuevas culturas, ampliar horizontes y volver a casa transformados por las experiencias vividas. No se trata de ver menos, sino de ver mejor, dedicando tiempo a absorber realmente lo que cada destino nos ofrece.

Beneficios del slow travel

Viajar despacio transforma por completo la experiencia de conocer nuevos lugares, ofreciéndonos ventajas que van desde nuestro bienestar personal hasta el impacto que generamos en los destinos. Descubramos juntos por qué esta filosofía está cambiando la forma en que muchas personas deciden recorrer el mundo.

Menos estrés, más disfrute

Cuando practicamos esta modalidad de viaje, dejamos de lado las agendas apretadas y nos liberamos de la presión de tener que visitar todos los puntos turísticos en tiempo récord, lo que reduce significativamente el estrés durante nuestras vacaciones. En lugar de levantarnos temprano para hacer filas en las atracciones más populares, podemos darnos el lujo de desayunar tranquilos en una cafetería local, observando el movimiento de la ciudad y planificando el día según nuestro propio ritmo.

Esta forma más relajada de viajar permite que volvamos a casa verdaderamente descansados y renovados, en lugar de necesitar unas vacaciones de nuestras vacaciones. Al eliminar las prisas y los horarios estrictos, nos damos la oportunidad de vivir momentos espontáneos que muchas veces se convierten en los recuerdos más valiosos del viaje. La sensación de libertad que experimentamos cuando viajamos sin la tiranía del reloj y del itinerario sobrecargado es uno de los mayores beneficios de esta experiencia.

Impacto positivo en el presupuesto y el planeta

Esta modalidad de viaje no solo es buena para nuestro bienestar mental, sino también para nuestro bolsillo y para el medio ambiente. Al quedarnos más tiempo en un mismo lugar, reducimos los costos de transporte y podemos acceder a alojamientos con tarifas semanales o mensuales que resultan mucho más económicas que las estancias cortas. Además, al familiarizarnos con el barrio, descubrimos dónde comen los locales, evitando los restaurantes turísticos de precios inflados.

Beneficios económicos y ambientales del turismo pausado:

  • Tarifas reducidas por estancias prolongadas.

  • Menos gastos en transporte entre destinos.

  • Acceso a comercios y restaurantes con precios locales.

  • Reducción de la huella de carbono.

  • Apoyo directo a las economías locales.

Experiencias auténticas e irrepetibles

Quizás el mayor beneficio de esta forma de viajar sea la calidad de las experiencias que nos permite vivir. Cuando viajamos sin prisa, aumentan las posibilidades de descubrir esos rincones mágicos que no aparecen en las guías turísticas y de vivir momentos únicos que solo se dan cuando nos permitimos perdernos un poco. Podemos participar en actividades locales, aprender algunas palabras del idioma y hasta formar vínculos genuinos con las personas del lugar.

Estas conexiones auténticas son las que transforman un simple viaje en una experiencia transformadora. En lugar de volver a casa con las mismas fotos que tienen todos los turistas, regresamos con historias personales, aprendizajes significativos y una comprensión más profunda de la cultura que visitamos. Esta forma de viajar nos regala la oportunidad de ver el mundo no como espectadores, sino como participantes activos, sumergidos completamente en la realidad del destino que elegimos conocer.

¿Cómo practicar el slow travel y viajar sin prisa?

Para empezar a disfrutar de esta filosofía de viaje, es necesario cambiar nuestra mentalidad sobre lo que significa realmente viajar y adoptar algunas prácticas que nos ayudarán a conectar de manera más profunda con cada destino. Te compartimos las claves para convertirte en un viajero que disfruta cada momento y transformar completamente tu experiencia.

Planificar menos, vivir más

Para iniciarte en esta modalidad de viaje, el primer paso es dejar de lado la necesidad de planificar cada minuto de tus vacaciones. En lugar de armar un itinerario detallado día por día, limitá tu planificación a uno o dos puntos de interés diarios, dejando espacio para la improvisación y los descubrimientos espontáneos. Esta flexibilidad te permitirá adaptarte al ritmo del lugar, quedarte más tiempo en los sitios que te cautiven y cambiar de planes si surge algo interesante.

Aprendé a disfrutar de los momentos de "no hacer nada" como parte valiosa de tu experiencia de viaje, ya sea:

  • Tomando un café mientras observás la vida local.

  • Sentándote en un parque a leer un libro.

  • Probando comida local sin prisas.

  • Conversando con residentes del lugar.

Elegir alojamientos auténticos 

La elección del alojamiento juega un papel fundamental en la experiencia del slow travel. En lugar de grandes cadenas hoteleras, optá por opciones que te permitan sentirte parte del destino, como apartamentos en barrios residenciales, casas de familia, hostels con áreas comunes o pequeñas posadas gestionadas por locales. Estos lugares no solo suelen ser más económicos para estancias largas, sino que también te brindan una visión más auténtica de la vida diaria en el destino.

Un alojamiento con cocina propia te da la libertad de comprar en mercados locales y experimentar con los ingredientes de la zona. Buscá lugares que estén ubicados en barrios donde vive la gente local, lejos de las zonas exclusivamente turísticas, para que puedas experimentar la vida cotidiana del lugar y descubrir comercios y restaurantes frecuentados por residentes. 

Apostar al transporte público y caminar

Una de las mejores maneras de disfrutar plenamente de un destino es olvidarte del auto de alquiler y familiarizarte con el sistema de transporte público local, que no solo es más económico y sustentable, sino que también te permite observar cómo se mueve la gente del lugar y descubrir zonas que normalmente no visitarías. Cada viaje en colectivo, tren o metro puede convertirse en una pequeña aventura que te muestra aspectos de la cultura local que de otra forma pasarías por alto.

Pero sin duda, caminar es la característica principal del slow travel. Recorrer las calles a pie, sin un rumbo fijo, te permite descubrir pequeños detalles fascinantes de la arquitectura, encontrar cafeterías encantadoras o plazas tranquilas donde los locales se reúnen, y sobre todo, sentir el verdadero pulso del lugar que estás visitando. Además, te da la libertad de detenerte cuando algo llame tu atención, cambiar de dirección si ves algo interesante o simplemente tomar un descanso cuando lo necesites, sin estar atado a horarios o rutas predefinidas.

Comer y comprar en restaurantes, mercados, puestos o bares locales 

La gastronomía es una ventana privilegiada a la cultura de un lugar, y esta modalidad de viaje nos invita a explorarla a fondo. Evitá las cadenas internacionales y los restaurantes obviamente turísticos, y aventurate a probar dónde comen los locales, ya sean mercados, puestos callejeros o pequeños restaurantes familiares alejados de las rutas turísticas. Preguntá a la gente del lugar por sus recomendaciones y animate a probar platos regionales, incluso aquellos que nunca habías escuchado nombrar.

Lo mismo aplica a las compras. En lugar de llevarte recuerdos fabricados en serie, buscá productos artesanales hechos por artistas y emprendedores locales, lo que no solo te garantiza un souvenir único sino que también contribuye directamente a la economía de la comunidad que visitás. Dedicá tiempo a hablar con los vendedores sobre sus productos, preguntando por técnicas tradicionales o significados culturales. Estos encuentros enriquecen tu experiencia y te conectan de manera más profunda. 

Interactuar con la comunidad

El corazón de esta filosofía de viaje está en las conexiones humanas que establecemos durante nuestro recorrido. Animate a iniciar conversaciones con la gente local, ya sea el barista del café matutino, el vendedor del mercado o las personas con las que compartís alojamiento, mostrando genuino interés por sus vidas y su cultura. Estas interacciones no solo enriquecen tu experiencia sino que también pueden llevarte a descubrimientos y recomendaciones que ninguna guía turística podría ofrecerte.

Participá en actividades comunitarias accesibles a visitantes, como clases de cocina local, tours guiados por residentes, talleres artesanales o eventos culturales a los que asiste la población local. Si tu estadía es más larga, considerá hacer voluntariado en alguna organización local o tomar clases del idioma, lo que te dará una perspectiva totalmente diferente del lugar. Estas experiencias compartidas crean recuerdos mucho más significativos que la simple visita a atracciones turísticas. 

Hacé slow travel con vuelos low cost de Flybondi

Practicar esta forma de turismo no significa que debas gastar fortunas en transporte. Con los precios accesibles de Flybondi, podés llegar a tu destino ahorrando dinero que luego invertirás en prolongar tu estadía y vivir experiencias más profundas y significativas durante tu viaje. Nuestros vuelos low cost te permiten destinar mayor presupuesto a lo que realmente importa: disfrutar plenamente de cada destino, sin prisas ni preocupaciones económicas.

Los destinos ideales para practicar este tipo de viaje con Flybondi:

No importa si tu idea de slow travel es recorrer las calles de Córdoba, disfrutar las playas de Río de Janeiro o explorar la ruta del vino en Mendoza, nosotros te llevamos para que puedas sumergirte completamente en la experiencia. ¡Viajá con Flybondi! y descubrí el placer de viajar a tu propio ritmo.

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